“Paradigma Biocéntrico” por el Dr. Francisco Rivera F. en el VI Encuentro Peruano de Biodanza 2006.
El Paradigma Biocéntrico es la perspectiva vital en la que el máximo valor resulta aquello que es pulsátil, lo que se expresa con intensidad de interacción, lo que es cíclico. Los ritmos naturales, adquieren un valor antes insospechado para quien ha crecido en el mundo de los ruidos de la ciudad, cuando se practica este paradigma.
Para quien llega a la perspectiva biocéntrica, resulta maravillosa la búsqueda que la flor hace del sol, en las mañanas; ó aquel encuentro cuando un niño al ir por la calle queda fascinado con el gato que va por la acera de enfrente (a veces ante tanta multitud ensimismada).
La base conceptual de Biodanza, en términos de su creador, proviene de una meditación sobre la vida, con el deseo de renacer de nuestros gestos despedazados, de nuestra vacía y estéril estructura de represión; podríamos decirlo con certeza: de la nostalgia del amor… En la búsqueda de una reconciliación con la vida, finalmente llegamos al movimiento primordial, a nuestros primeros gestos.
A través del Principio Biocéntrico, arribamos finalmente a los movimientos originarios que generan la vida y a las primordiales percepciones de vinculación de la vida con la vida. Biodanza realiza así, la restitución de los gestos humanos naturales; su tarea es rescatar el secreto perdido de nosotros mismos: los movimientos de conexión (R. Toro).
Entonces, el Principio Biocéntrico es el secreto perdido de nosotros mismos, el secreto que nos permitirá la experiencia de conexión con lo pulsátil del Universo.
El paradigma central de Biodanza se ejerce maravillándose de la noche estrellada, gozando del arrullo del arroyo. Como la danza es un movimiento que surge de la profundidad de nuestro ser, pues es movimiento de vida y ritmo biológico, también es el impulso de vinculación a la especie, es movimiento de intimidad. Entonces, como la danza es todo este proceso, Biodanza tiene sus orígenes en el latido básico de cada persona. Es la Danza de la Vida.
La Biósfera es un sistema que se autorregula, funciona con oscilaciones homeostáticas; para el Principio Biocéntrico esta noción es básica y nos permite considerar nuestro Planeta y el Universo mismo como un organismo vivo. Así planteamos la prioridad de lo viviente y el abandono del pensamiento lineal; ingresamos en la percepción topológica y en la poética de la similaridad: una persona en este contexto parece reconstituirse, buscando la integridad que busca lo racional, pero también lo emocional y lo que se podría llamar alma o espíritu.
La exigencia es de humildad de la razón y la praxis de valores, que al mismo tiempo son formas de comprensión. De modo que los hábitos intelectuales de análisis, evaluación y juicios sobre objetos ó fenómenos tienen lugar sobre la base de un paradigma que se expresa en el lenguaje de lo viviente, muchas veces sin lenguaje verbal.
El por qué explicativo y causalista tiene un sentido limitado frente al cómo, que distingue procesos de interacción y permite entrever formas de causalidad compleja, de multicausalidad, toda una nueva conciencia tal vez con instantes de arrobamiento por el contacto, vinculación de energía plena con otras análogas.
El Paradigma Biocéntrico en perspectiva socio-histórica nos hace reconocer que si los hombres se pueden clasificar en dos grupos, como lo planteara Jefferson, los que temen al pueblo y desconfían de él, y los que se identifican en el pueblo y confían en él; hay que reconocer que la civilización de Occidente ha puesto el poder en el primer grupo.
Los que confían siempre han alegado que la conciencia es la clave para mejorar la condición humana. Sin embargo, quienes quieren el dominio de grandes masas humanas, siempre han tratado la conciencia de la ciudadanía como un peligro que hay que acallar y luego condicionar para lo inofensivo y la pasividad.
Así como la Física se funde dentro del cuerpo de la Biología, la conciencia se incorpora al ámbito de lo emocional, si podemos caracterizar lo emocional como lo vivencial, es decir, como la experiencia de contacto con lo real. Podemos sin embargo, alcanzar la dimensión del sentido e incorporamos a ella, en forma viviente y ser el sentido mismo, como el danzante, que es en sí mismo el ritmo y la armonía.
Si la percepción comprometida de la realidad es el fondo común de las vivencias y emociones; nuestros ojos, nuestro tacto, las nuevas modalidades de vínculo como caricias no verbales, ni tan sólo corporales, sino caricias con los rayos de sol, caricias con la brisa, con la tierra, con el mar, configuran una permanente unión con el Universo. Como si la cualidad de nuestra evolución consistiera en la capacidad de nuestros sistemas vivientes para entrar en la cíclica fusión y fascinación con lo Cósmico. La actitud emergente de esta percepción es de una firme defensa de los derechos de la Vida y de cuidado de la Naturaleza.
Frente al desgarro de la Humanidad actual con el mundo, según el cual el individuo vive en competencia con el prójimo, y la sociedad se muestra predadora de bosques y especies; frente a ello, el Principio Biocéntrico constituye el paradigma que podrá servir de fundamento a las ciencias humanas del futuro: educación, psicología, jurisprudencia, medicina y psicoterapia.
La concepción de un mundo disociado ha conducido a la catástrofe en el proceso evolutivo del ser humano. La visión Biocéntrica del mundo abre la esperanza de la sobrevivencia de la especie humana y su acceso a la plenitud. |