TODOS SOMOS UNO

La fuerza que nos conduce es la misma que enciende el sol que anima los mares y hace florecer los cerezos.
La fuerza que nos mueve es la misma que agita las semillas con su mensaje inmemorial de vida.
La danza genera el destino bajo las mismas leyes que vinculan la flor a la brisa.
Bajo el girasol de armonía todos somos uno.

Rolando Toro Araneda

viernes, 2 de abril de 2010

La existencia como una embriología poética


Rolando Toro Araneda
"Llegamos tarde para los dioses 
y demasiado temprano para el Ser. 
Del Ser, el hombre es poema comenzado."
Martín Heidegger.

Si el hombre es un animal poético, un poema inconcluso, cada individuo está desplegando a través de su existencia, el poema de su identidad. Pocos somos conscientes del sentido de totalidad y de la misteriosa semántica que surge de los actos cotidianos en el encuentro con el mundo.
"Permitidme tan sólo recordar ser ahora esa flor de silencio entre dos grandes hecatombes." (Ludwig Zeller).
He ahí una formulación sobre la belleza y el pavor de la conciencia de ser en medio de lo eterno. Somos esquivos para la esencia y temerosos frente al pavor y la gracia de vivir. En el proyecto poético humano, se estructura el tiempo y el espacio de una manera personalísima. Seria siempre una tarea destinada al fracaso una tipificación de la existencia en relación a padrones de estructuración témporo-espaciales. Podemos decir que una persona es más lenta, más rápida, que prefiere los espacios cerrados o abiertos,  que tiende más a vivir el pasado que el futuro, etc. Más estas descripciones caen en la más absoluta abstracción y no son buenos modelos para describir una vida. Binswagner dio un paso adelante cuando propuso una fenomenología del tiempo y del espacio vivido. Ese abordaje tiene ya un valor operatorio, como cuando demuestra que un enfermo esquizofrénico modificó su estructura témporo-espacial cuando comenzó a escribir cartas, mudando hacia un tiempo-espacio más orgánico. En ese acto, el enfermo se proyectaba al encuentro de personas conocidas en el pasado y lanzaba una sonda a través del espacio, en busca de contacto.
Una verdadera fenomenología del espacio-tiempo vivido, necesariamente tiene que ser poética, es decir, debe recorrer por las vivencias y sentimientos que producen ciertos lugares, ciertos objetos, el encuentro con personas, el contacto de la brisa y del sol en la piel; más todo eso, pleno de epifanía.
Octavio Paz, dentro de esta visión, expresa: "Nuestra poesía es conciencia de separación y tentativa de reunir lo que fue separado (el hombre y su creación, el hombre y su semejante). En el poema, el Ser y el deseo de ser, realizan un pacto por un instante, como el fruto y los labios. La poética del tiempo-espacio vivido es, entonces, una percepción trascendente y para poder penetrar en el poema de la criatura es necesario entrar en éxtasis con ella.
"En la inmovilidad del aire, el fuego dejaba caer el oro de su pesado aliento. Nunca había visto tan colmada la copa de sollozos del universo." "Inmensa, eterna, espantosa Realidad. De todas las posibilidades, tú eres la más extraordinaria:' (Lubicz Milosz).
La percepción de estar viviendo un momento único y eterno en esta Realidad tal como es, sin expectativas, sin prisa, sin nostalgia, en el vacío donde las cosas aparecen,  en una realidad que respira, en esa atmósfera en que todo está llegando a ser.
"Cuán extraño es ver la hebra tejida por nosotros, alargando sus finos filamentos a través de los espacios brumosos del mundo exterior". (Virginia Wolf).
Lo sagrado originario, se da sin conjeturas, surgiendo desde siempre con cierta inerme desnudez. Poéticamente se produce el encuentro entre la criatura y los objetos-rostros en un espacio donde siempre estuvieron y ya no están más. Entonces esta poética es una ceremonia de contacto, esencialmente. Hacer contacto con la corriente de otra vida, en que cada cosa habla de sí para ti, la última frontera, el último verso de nuestro poema personal es el acto de contacto, cuya naturaleza es voluptuosa y fugaz, cuyo ejercicio llena nuestra "copa de sollozos", es decir, se plenifica en el dolor y en la dicha.
En esta percepción hay un elemento esencial: la naturaleza de criatura inconclusa, inacabada, en vías de llegar a ser, es decir, rendida en la temporalidad. "Habitar poéticamente, quiere decir mantenerse en presencia de los dioses y ser alcanzado por la proximidad esencial de las cosas." (Heidegger).
¿Cuál es el tiempo vivido de un hombre que cava la mina en la oscuridad de la tierra? ¿Cuál es el tiempo vivido de dos amantes que caminan por la calle tomados de la mano? ¿Cuál es el tiempo vivido de un hombre de 60 años, mirando la lluvia a través de la ventana?
La vivencia de ese espacio-tiempo personal actualiza para nuestra conciencia, en cada instante, la irreductible cualidad de la vida, pura e incontaminada a pesar dé la violencia que emerge por las grietas de una condición disociada. En esa brisa del encuentro y de la pérdida, surge la nostalgia de unidad.  

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